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Débat : Actualité sémiotique de l’actualité ?
Presencia presente, presente presencial Roberto Flores
Publié en ligne le 31 décembre 2024
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A inicios del siglo XIX, el filósofo inglés McTaggart propuso que nuestra captación del tiempo se realizaba de dos maneras : por un lado, la serie A, que divide el curso del tiempo en pasado, presente y futuro y, por el otro, la serie B, que ordena los sucesos, unos con respecto a otros, en función de su anterioridad, concomitancia o posterioridad1. Por su parte, la semiótica ha propuesto una distinción similar2, aunque su pretensión no sea filosófica, pues hace del tiempo el producto de un proceso de temporalización, que contribuye al efecto de realidad. Dentro de esta distinción, el presente ha sido considerado como la concomitancia de un sujeto de la enunciación con un suceso, que corresponde a un tiempo subjetival, y como la coincidencia de dos sucesos en un momento dado del tiempo B en el seno de un tiempo evenemencial. |
1 J. McTaggart Ellis, “The Unreality of Time”, Mind, 17, 1908. 2 Hay una tercera manera, que no será abordada aquí, de considerar semióticamente el tiempo, que corresponde al tiempo interno, es decir, a la duración o no de un suceso y que da lugar a las categorías aspectuales. Cf. R. Flores, Sucesos y relato, México, enah / del Lirio, 2015. |
1. Por lo tanto, la noción de presente es relacional y remite, por un lado, a la coexistencia semiótica, es decir, a la presencia simultánea (serie B), de dos sucesos o a la presencia de un sujeto enunciativo en un espacio semiótico posicional definido únicamente por ubicaciones relativas (serie A). Es decir, el tiempo —y, a fortiori, el presente— es situacional y se encuentra indisolublemente ligado a la presencia. De esta manera, ambas nociones manifiestan su presuposición recíproca al dar origen a una presencia presente en la dimensión enunciativa, frente a un presente presencial situado en la dimensión evenemencial del enunciado. |
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Landowski, aquí mismo, propone distinguir entre un presente vivido y un presente de actualidad3. A partir de ello, corresponde examinar los modos en que se transita de uno al otro, es decir, la manera en que el tiempo del enunciado se torna en tiempo de la enunciación, en el seno de una semiótica de la experiencia. En un primer apartado, se aborda el tema de la presencia como aparición captada por parte de un actante observador y los ajustes que esa captación requiere. El segundo apartado trata de la distancia del observador, su exterioridad o su inscripción, en la escena en donde se ubica lo observado y su manifestación en una lengua natural, el español. El tercer apartado aborda el efecto de la posición del observador con respecto a una situación observada en términos de las dimensiones semióticas involucradas —cognoscitiva, pasional y pragmática— y examina el tránsito de la lengua a la acción en mundo, de la semiótica de las lenguas a la semiótica del mundo natural. 2. Nada parece más obvio que la presencia : algo se muestra a un observador (o “percibidor”, si no se teme al neologismo y se quiere ser más genérico), en su aquí y ahora. Sin embargo, por poco que se reflexione, inmediatamente salta a la vista que esa circunstancia pone en juego dos presencias cuya interacción se encuentra regida por la percepción : la de lo percibido y la del observador. |
3 “Suivre l’actualité, pourquoi ? Sens et insignifiance d’une pratique”, Acta Semiotica, IV, 8, 2024. |
En un examen estricto y minucioso, no es posible considerar que la presencia de lo observado se realice previamente a la del observador, sino que se realiza in situ, en el momento preciso en que éste ejerce su competencia sensible. Es posible que el observador se encuentre previamente escudriñando el paisaje o que lo observado esté ahí tiempo atrás. No importa, la presencia mutua sólo se torna plena en el momento de la toma de contacto entre ambos actantes : en un instante, el devenir de ambos participantes se hace uno. Poco importa que ese inicio sea seguido de una presencia persistente, del orden del estado, el caso es que, en el momento inaugural, la presencia consiste en un suceso que sobreviene4, que irrumpe instantáneamente en el ámbito de la observación. Si queremos ponernos un poco técnicos diríamos que el sobrevenir está a cargo de un suceso del tipo logro, dinámico, sin duración y que produce una transformación de la situación previa5 ; añadiríamos también que ese suceso se encuentra al inicio de otros sucesos, en su culminación o cuando el sobrevenir se produce bajo la modalidad de la interrupción. |
4 C. Zilberberg, La structure tensive, Lieja, Presses Universitaires de Liège, 2012, p. 233. 5 Frente a otros tipos de suceso que o no son dinámicos (estados) o son durativos, aunque sin inicio ni fin (actividades), o son de una duración limitada (ejecuciones). R. Flores, Sucesos y relato, op. cit.. |
Apariencia y presencia mantienen un matrimonio inestable : a veces uno no puede vivir sin el otro, a veces mantienen vidas independientes. En muchas ocasiones, la apariencia es tomada como prueba de la presencia. La existencia de alucinaciones desmiente esta inferencia. En cambio, en otras, la presencia exige una apariencia. Las existencias soterradas constituyen un contraejemplo. Sea como sea, la presencia parece declinarse en una presencia física y en otra sensible. Sólo en la segunda se confunde con la apariencia. El examen de las presencias exige que se consideren los modos en que observador y observado se acomodan el uno al otro. Al ser recíproca, la adaptación exige la puesta en marcha de mecanismos, similares a la ergonomía y la affordance en semiótica de los objetos, que den cuenta del modo en que los participantes se presentan uno frente al otro en el tiempo presente. La presencia del objeto es adecuada a los sentidos del observador, como una máquina se ajusta al cuerpo de su operario, y éste, a su vez, realiza en sí mismo los ajustes necesarios para poder percibir el objeto. Ese ajuste se produce en el momento mismo de la aparición. La presencia mutua es una toma instantánea de contacto. Es curioso que, aunque sea metafóricamente, los logros siempre ponen en juego la dimensión háptica. Más que hablar de agentividades encontradas, como se ha puesto de moda en decir a propósito de la affordance, el ajuste exige dos dinámicas de fuerzas6 y dos maleabilidades que conformen las competencias respectivas de los participantes, sus capacidades de adaptación7. Landowski subraya la importancia del contacto (competencia sensible o estésica), por encima de la cognición8. En el caso de los enunciados en presente, este contacto adopta la forma de una presencia sensible en un espacio compartido por ambos participantes. De manera más precisa, se trata de examinar la manera en que el enunciador hace sentir su presencia en la situación y viceversa en el seno de una semiótica de la experiencia9. |
6 L. Talmy, Toward a Cognitive Semantics, mit Press, 2000, y P. Aa. Brandt, “Forces and Spaces”, 2009 7 En su articulación básica la dinámica de fuerzas, categoría inicialmente propuesta por Talmy (op. cit.), distingue, primero, entre causación y resistencia al cambio y, segundo, la superación de la resistencia y el bloqueo de la causación. 8 E. Landowski, “Interactions (socio) sémiotiques”, Actes Sémiotiques, 120, 2017, 3a parte. 9 Id., Passions sans nom, París, p.u.f., 2004. |
Dos magnitudes de la dimensión sensible se encuentran cara a cara : el observador y lo observado. Aunque en estricto sentido no se requiere de ninguna materialidad para que la relación se establezca, la semiótica del mundo natural asume que las presencias son corporales y que el vínculo entre ambos elimine cualquier distancia posible. Todo ocurre como si la apariencia fuera dependiente de la existencia corpórea y así ha sido durante mucho tiempo. Sin embargo, los tiempos actuales conciben con mayor facilidad la inexistencia corpórea, en provecho de la existencia virtual. A pesar de ello, los usos lingüísticos se mantienen por encima de las innovaciones : seguimos hablando de contacto, cuando se trata de la puesta en relación de las apariencias. La cuestión de fondo reside en la extensión del campo de presencia. La proximidad cognitiva se confunde con la corporal en los casos en que se considera que lo captado por los sentidos se encuentra al alcance. Esta proximidad da lugar a una presencia viva que contrasta con una modalidad a distancia que, como Landowski señala aquí mismo, es característica del presente como actualidad. Obviamente no se trata de remitir a una métrica, sino de una evaluación fenomenológica de la distancia que varía de situación en situación. De esta manera es posible desplegar la categoría de la presencia en función de dos contrastes que corresponden respectivamente a la dimensión de los participantes y a de la distancia. Sin embargo, la combinatoria entre ambos contrastes no ofrece cuatro términos como teóricamente se podría esperar, sino únicamente tres. La proximidad entre observador y observado es recíproca y da lugar a un solo término que corresponde al presente vivido. En cambio, la distancia ofrece dos posibilidades en función de si objeto es distante o bien si es sujeto el que toma distancia, lo que corresponde a distintas situaciones. Corresponde a los sistemas de modelización primaria, que son las lenguas (Lotman), la tarea de mostrarnos de qué manera se produce el ajuste entre las presencias respectivas de los participantes y sus respectivas distancias. Esto, además, permite aclarar la diferencia entre el presente de actualidad, inherentemente ajeno a la situación del observador, y el presente del que el observador se retrae, mediante una puesta a distancia. 1. Presencia y distancia en la lengua natural Las presencias en situación se manifiestan en los enunciados lingüísticos no simplemente como simulacros, sino como parte constitutiva y constituyente de la propia relación entre los participantes. De esta manera es posible afirmar que un enunciado no solamente habla de una situación, sino que al inscribirse en ella la crea. El enunciador determina la distancia que lo separa con su enunciado o, más precisamente, con lo enunciado, es decir, con el mundo construido por la enunciación. Si definimos el presente como el yo/aquí/ahora enunciativo, el uso de los tiempos del presente supone un modo de presencia del enunciador en donde las coordenadas deícticas también sitúan, de alguna manera, al enunciado —la escena ocurre aquí y ahora, el problema aquí tratado es la manera en que el yo se torna presente—, ya sea considerado como el anclaje del acto de subjetivación o como fundamente del acto singular de habla. Esa presencia no se produce de modo único e invariable, sino que admite distintos modos de presencia, en función de la distancia cognoscitivo-perceptual que el enunciador establece con la escena enunciada lo que conduce a atribuir a lo narrado distintos efectos de realidad. |
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Dado que el presente se define tradicionalmente como la coincidencia de un suceso con el momento del observador, conviene comenzar con una breve presentación de las distintas maneras en que este actante se torna presente. Hace ya tiempo, Fontanille propuso una tipología de dicho actante basada en la distancia de la enunciación con respecto al enunciado10. Así, si el desembrague del enunciado es máximo con respecto a la enunciación se obtiene un simple Focalizador ; si el observador es externo a la escena, pero recibe una manifestación figurativa, se tiene al Espectador ; si el observador se sitúa en la escena, pero ajeno a los sucesos que ahí se desarrollan, se trata de un Asistente y, si es un actor en la escena, se trata de un Participante. |
10 J. Fontanille, Les espaces subjectifs, París, Hachette,1989. |
De acuerdo con esta tipología, la distancia y la participación juegan entonces un papel en la manera en que hace presencia en una escena que para él es presente. Como bien señala Fontanille, esta distancia involucra a las tres dimensiones discursiva de la acción, el conocimiento y la emoción11. La adscripción de los enunciados a estas dimensiones es crucial para establecer la diferencia entre el presente próximo y distanciado que dan lugar a la distinción entre un presente vivido y uno actual, como Landowski señala (cf. aquí mismo). En el caso de los desembragues, la única dimensión implicada es la cognoscitiva : esto es válido para el Focalizador y el Espectador, lo que es conforme con la definición del observador como un actante irreductiblemente cognoscitivo. En cambio, el Espectador y el Participante involucran la dimensión tímica. La dimensión pragmática es privilegio exclusivo del Participante. |
11 Op. cit., p. 20. |
Es posible, pues, que la escena narrada incluya o no al observador con competencias más o menos extensas. Si la cognición es la única competencia exigida, entonces el enunciado que reporta la escena será frío, es decir, desprovisto de cualquier contenido emocional. En cambio, cuando la emoción interviene, el enunciado se ve cargado de un mayor o menor contenido emotivo, que tornan al saber obtenido mediante la mirada el estatuto de una creencia12, lo que presenta al creer como cognición + emoción. |
12 J. Fontanille, op cit., p. 19. |
A consecuencia de lo anterior, el presente se despliega en una variedad que responde a los distintos grados en que las dimensiones son exigidas. El saber sobre un estado de cosas es total o parcial, al igual que la creencia es absoluta o no, mientras que la participación es mínima o máxima. Son tres los tipos de combinaciones posibles13: |
13 Habría que reflexionar si es posible una cuarta combinación que conjunta a la cognición y la acción, sin intervención de la creencia: es decir, si, en una semiótica de la experiencia, es posible un conocimiento no emotivo de lo que ocurre. |
Es posible presentar tres combinaciones con dos ponderaciones posible, en el entendido en que, al ser éstas graduales ofrecen una gama extremadamente amplia de posibilidades. 1.2. Los enunciados en presente Las lenguas ofrecen toda una gama de recursos para señalar distintos modos de presencia en el presente o que algo es evidente a los sentidos. Algo se dice acerca del mundo, algo que ocurre. Ese suceso se produce en un momento dado que sólo es accesible al hombre, pues éste fija las coordenadas espacio-temporales de lo que sucede. Es el hombre el que sitúa los sucesos en la presencia, pues no hay presencia sin el observador frente al que se torna presente. Los sucesos se ofrecen al observador, se brindan a él, en una suerte de affordance que invita a asirlos y enmarcarlos en esas coordenadas. Para captar el presente, es preciso, pues, reconocer que los sucesos no ocurren directamente en el tiempo, sino en el hombre, quien a su vez los fija en el tiempo, en el tiempo del hombre. |
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Un niño duerme apaciblemente en la habitación. Esa escena es susceptible de ser reportada de múltiples maneras. La primera de ellas parece sencilla, pues consiste en un informe escueto de la situación : el niño duerme. Pero, inmediatamente salta a la vista que ese enunciado no es el más común. De hecho, Moreno de Alba señala que el significado de presente es el empleo menos frecuente, y menos claro, del tiempo presente en el español14. Para indicar la copresencia del suceso enunciado en el aquí y ahora del enunciador, el español prefiere formas perifrásticas como : el niño está dormido. De hecho, la primera frase es un tanto más distante y aparentemente más “objetiva”, si entendemos por ello que el enunciador está menos involucrado en la escena reportada. En cambio, la segunda supone un enunciador más cercano, más integrado a la escena. |
14 J. Moreno de Alba, Valores de las formas verbales en el español de México, México, unam, 1978, p. 18. R. Flores, “El significado de las formas presente y del futuro en español”, Tópicos del Seminario, 4, 2000, p. 21. |
Niño dormido es quizá el grado cero de presencia del observador, puro actante cognoscitivo, anónimo y no individualizado, que se limita a producir un enunciado nominal, sin anclaje en el tiempo y por lo tanto de vigencia ilimitada : es un Focalizador. Es el caso, por ejemplo, del observador frente al cuadro de Guayasamín. Oswaldo Guavasamín, Niño dormido, 1978. Museo de Arte de Matanzas. El niño duerme introduce a un observador situado frente a una escena anclada en su presente, en su aquí y ahora, aunque sin ofrecer rasgos de su identidad. Ese aquí y ahora es de naturaleza imperfectiva, es decir, de bordes temporales indeterminados. A diferencia del primero, el enunciado es verbal y se ofrece como un saber total, en el sentido de que la escena, aunque limitada, no presenta nada más que sea necesario conocer. El involucramiento del observador con la escena es nulo, puesto que se trata de un simple Espectador ajeno a las circunstancias. A pesar de lo que sostiene muchas gramáticas, la cercanía con el suceso enunciado no supone una extensión determinada del momento que es considerado presente y que justifica el empleo del tiempo presente. Es posible que la presencia del enunciador sea requerida únicamente de manera puntual (una forma de imperfectivo) : en este momento, Checo Pérez gana la carrera. O habitual (una forma de iterativo) : los niños de corta edad duermen siestas. De manera que el espacio de presencia debe ser objeto de una construcción por parte del propio enunciado y no un dato previo, proveniente de la escena referida. Esta elasticidad del presente será crucial en el momento de considerar la modalización epistémica de los enunciados con sentido de presente. El niño está dormido es el siguiente enunciado que aquí ya ha sido considerado. Ofrece una escena en la que el presente es igualmente durativo y sin fronteras. Pero, en algunos casos, esa duración, ya no es la del enunciado, sino la del enunciador que se torna presente de manera temporal : su presente es el presente durante el que la escena es vigente. El niño está dormido en el momento en que el Asistente lo observa. La carga emotiva es nula y no hay involucramiento en la acción. En otros casos, el observador permanece ajeno a la escena, como cuando el enunciado es proferido por parte de alguien que observa el cuadro de Guayasamín. El niño está durmiendo ofrece una escena similar, pero con la diferencia de que el acto es durativo y la constatación concomitante no es puntual sino extensa. El acto de dormir toma tiempo y entra en coincidencia con el tiempo que toma una observación persistente. Ese observador ya no es simplemente un Asistente ocasional en la escena, sino que la prolongación de su acto de observación, aunque sea breve, le asienta firmemente en la escena como un participante modalizado no sólo por el poder-mirar, sino por el deber o querer-estar ahí. La presencia deja de ser un simple requisito de la mirada, para pasar a ser un acto. Aunque mínima, esa acción basta para hacer del observador un Participante. 2. Percepción, creencia y distancia Que los niños pequeños duerman siestas da pie a una frase que no sólo es susceptible de expresar un suceso realizado en múltiples circunstancias, sino que también sirve para manifestar un enunciado de tipo deóntico con el que se manifiesta la necesidad de que los padres atiendan las necesidades de su progenie. En ese caso, el enunciado se inscribe en un universo de prescripciones en el que el enunciador se presenta como un destinador que expresa el contenido de lo que se debe hacer. La cercanía y la presencia, en ese caso, son con respecto al espacio deóntico y no fáctico. No hay involucramiento, ni participativo, ni mucho menos pasional, por parte del enunciador, en la escena de la siesta. Si la frase es necesario que el niño duerma una siesta, es proferida por el médico pediatra en una circunstancia diaria, entonces el enunciado adquiere el valor de una admonición dirigida a los neófitos padre y la modalización deóntica se ve asociada con un valor cuasi imperativo que le confiere la autoridad del galeno : la emoción carga a este enunciado y subyuga a los atribulados progenitores. La distancia puede ser de tipo epistémico, al establecer un espacio de creencia cuya veracidad el enunciador asume totalmente o rechaza en alguna medida. Al decir el niño duerme se indica que el enunciado es veraz y la escena se realiza efectivamente, por lo que el enunciado es simplemente constativo. Pero también, da pie a un involucramiento pragmático, cognoscitivo y pasional del enunciador en la escena, aunque para ello es necesario proporcionar más elementos de la situación : silencio, el niño duerme. En ese caso, el enunciador asume otros papeles actanciales que lo instituyen en un actor involucrado totalmente en la escena. Un enunciado así es imperativo, pero menos cargado emotivamente. En cambio el enunciador que lo profiere se torna presente en la escena como un individuo interesado en el descanso del menor. |
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En todos los ejemplos aquí presentados se pone en juego la manera en que el enunciador implícito o explícito de las frases se posiciona deícticamente con respecto a lo enunciado y asume el contenido cognoscitivo del enunciado15. De acuerdo con Fontanille, el observador es el actante encargado de este acto de asunción. Se trata de un tipo específico de apropiación mediante el que ese actante no sólo acepta y toma como verdadero lo dicho, sino que también responde por ello. Es decir, el observador no sólo realiza el papel de destinatario, sino que también se somete a la sanción de un destinador trascendente. Para proseguir con el análisis de los modos de presencia, a las acciones cognoscitivas se suma una pragmática, que consiste en la creación de un espacio, físico o cognoscitivo, que incluye tanto al observador como a lo observado. Esa coexistencia espacio-temporal permite modalizar el valor cognoscitivo asumido para que sea aceptado por el destinador. El hecho de que ese espacio-tiempo sea resultado de una construcción por parte del observador, impide considerar que los sucesos que ahí ocurren sean simplemente asumidos como hechos objetivos. La tarea del observador es la del testigo de vista que garantiza el valor de lo expresado por su presencia, es decir, por su inclusión en el espacio-tiempo compartido, lo que le permite presenciar los sucesos informados. De manera que, no sólo se le atribuye al enunciado un valor de verdad, sino que también se le considera una evidencia. A partir de las consideraciones anteriores es posible abordar ahora el tema de la modalización epistémica ligada a la presencia, que, también de acuerdo con Fontanille, está indisolublemente ligado a la patemización propia de la creencia. Este tema ha sido abordado en lingüística bajo los rubros de la evidencialidad y la mediatividad ; pone en juego no sólo la actuación del observador y su sincretismo con el sujeto cognoscitivo, sino también su involucramiento en la situación. |
15 Cf. J. Fontanille, op. cit., pp. 7-8. |
La evidencialidad se refiere a la manera en que la enunciación indica su presencia de la escena (inglés, stancetaking) y la vía por la que se hace. Stancetaking is a form of social action, involving the expression of the speaker / writer’s (henceforth speaker) personal attitudes, beliefs, or evaluations concerning events and their commitment with respect to the communicated proposition (…).16 |
16 J.I. Marín Arrese, G. Hassler, M. Carretero, Evidentiality Revisited, Amsterdam, Benjamins, 2017, Introduction. |
La lingüística ha estudiado las manifestaciones morfológicas de este proceso : ese tipo de marcas aparecen en gran número de lenguas (amerindias, pero también del extremo oriente17), pero no así en las indoeuropeas, por lo que su conocimiento se ha visto limitado a los conocedores de lenguas “exóticas”. Desde una semiótica no referencialista, se trata de la manera en que se construye el efecto de sentido de evidencia y no de la manera en que el referente se presenta a un informador. Es una de las vías por las que se construyen los simulacros que conforman la semiótica del mundo natural. Se inscribe en la semiótica de la sanción y supone dos procesos simultáneos : uno, el de la construcción y modalización del enunciado, y otro, el de la figurativización parcial de la enunciación, específicamente del enunciatario. Es decir, el primero remite a la producción del efecto de realidad y, el segundo, a la construcción de un simulacro figurativizado de las competencias perceptuales del enunciatario. |
17 Z. Guentcheva, “Énonciation médiative”, en G. Hassler. Manuel des modes et modalités, Berlín, De Gruyter, 2022, p. 612. |
En cuanto a la construcción y modalización del enunciado, debe señalarse que la evidencialidad constituye un proceso de construcción de conocimiento y su subsecuente modalización por parte de una forma de la modalidad epistémica, que es el creer-ser, correspondiente a la certeza. En ese sentido, la evidencialidad se sitúa en un extremo del eje gradual de carácter tensivo18 que la une con su contrario que es la duda y corresponde a la negación de la duda. Una evidencia es indudable, por lo que marca el final insuperable del vector epistémico. Si bien ese vector tiene un extremo, al seguir la vía inversa no se llega a un polo opuesto que correspondería a una duda total : la duda se despliega en multitud de grados. No hay dudas totales, sino rechazos tajantes, lo que corresponde a una modalización veridictoria que se sitúa en la deixis que une a la mentira con la falsedad. La duda crece de manera indefinida, las razones de dudar se acumulan sin cesar, sin llegar jamás a la certeza de que no es el caso lo que el enunciado afirma. Es decir, la certeza es un término que se declina en extensión, mientras que la certeza lo hace en intensidad19. De esta manera se obtienen dos ejes semánticos distintos : uno gradual, el eje epistémico y, el otro, polar, el veridictorio. |
18 Cf. C. Zilberberg, La structure tensive, Lieja, Presses Universitaires de Liège, 2012 (2.2.2. “De la corrélation à l’implication”). 19 En cambio, Zilberberg (ibid.) señala que el contraste se produce entre dos zonas de la categoría, mientras que, aquí, la duda se despliega en una zona y la certeza es de carácter puntual. |
La mediatividad manifiesta la forma en que ha sido obtenida la información contenida en el enunciado, lo que incluye la intervención de intermediarios y las inferencias. Guentcheva señala que esa categoría se encuentra gramaticalizada en lenguas no indoeuropeas de Europa central20. Consecuentemente, la no-mediatividad es aquella en la que la adquisición del conocimiento es directa. |
20 Z. Guentcheva, op. cit., p. 612. |
Empíricamente, sabemos que la experiencia presente es fuente de conocimiento, pero, desde la perspectiva semiótica, que modeliza a los enunciados como el producto de procesos constructivos, la cuestión reside en la manera en que el conocimiento es presentado como el producto de una experiencia. La referencia a los canales sensoriales, así como la imaginación y la ideación, ofrecen distintas formas en que se presentan los enunciados al destinatario. Así, un enunciado es susceptible de mostrarse como producto del ejercicio de los sentidos o de la mente. Esas maneras de aparecer en el campo de presencia del sujeto cognoscente sirven de recursos persuasivos para le aceptación o el rechazo del conocimiento ofrecido. Pero, si el enunciador no se presenta como la fuente originaria del conocimiento sobre una situación dada, entonces aparecen efectos de sentido que relativizan la fuerza de la creencia en lo dicho, en función del canal de acceso a la información. De este modo, la percepción directa cede su lugar a formas indirectas de adquisición del saber. Esas formas abren el espacio de la duda, lo que se mide en función de las garantías que aporta el enunciador a la veracidad del contenido enunciado. Esas garantías se manifiestan figurativamente en términos de una mayor o menor distancia cognoscitiva y se traducen pragmáticamente como un involucramiento en la escena. Son conocidos, sobre todo por las series televisivas, las figuras del testigo de vista y del testigo de oídas. En una, la evidencia es considerada admisible, mientras que en la otra no. Es decir, una ofrece garantías de la verdad de lo dicho, mientras que la otra es una evidencia indirecta sujeta a tergiversación. Esto significa que el saber adquiere su valor veridictorio en función del modo en que se dice que fue obtenido y, sólo bajo ciertas condiciones restrictivas, ese valor es susceptible de ser considerado una certeza. Las lenguas ofrecen muchos recursos para presentar persuasivamente el saber : en algunos casos los enunciados reciben una marca morfológica, aunque en el español esto se produce mediante construcciones más o menos complejas. Al considerar los ejemplos siguientes es posible apreciar que el estado del niño es un conocimiento que adquiere distintas modalizaciones en función del introductor empleado. Veo que el niño está dormido. |
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Ver, creer e imaginar son algunos de las herramientas con que cuenta el español para asignar un valor veridictorio y epistémico a los enunciados : estos introductores forman parte de lo que los lingüistas han llamado evidenciales no-mediativos. Los lingüistas han propuesto dos análisis de la evidencialidad : en una, la percepción es primera y la modalización segunda21 y, en la otra, se sostiene lo inverso22. En la primera postura, la distancia es condición de la modalización epistémica, lo que traduce una posición en la que la cercanía da origen a la certeza. Se trata de una lectura secuencial23 de los procesos enunciados que simula un acto de conocimiento. La segunda opción es privilegiada aquí : en ella, la modalización epistémica se manifiesta figurativamente en términos de distancia. En este caso, se trata de un recorrido presuposicional que vincula los antecedentes a partir del consecuente último. Aquí, la modalización es un presupuesto de la cercanía con el objeto de conocimiento. El recorrido presuposicional presenta a la evidencialidad como un proceso de construcción figurativa del objeto de conocimiento, por lo que la distancia constituye el término final que espacializa perceptual y cognoscitivamente el enunciado modalizado. Esta segunda lectura es consistente con un acercamiento no referencial en el que la distancia es un simulacro enunciativo a cargo del enunciador responsable de la modalización. |
21 A.Y. Aikhenvald, “The grammar of knowledge : a cross-linguistic view of evidentials and the expression of information source”, en Aikhenvald and Dixon (eds.), The Grammar of Knowledge : A Cross-Linguistic Typology, Oxford, o.u.p., 2014, p. 14. 22 T. Matlock, “Metaphor and the Grammaticalization of Evidentials”, Proceedings of the 15th Annual Meeting of the Berkeley Linguistic Society, 15, 1989, pp. 14 y ss. 23 R. Flores, Sucesos y relato, op. cit. |
Ya sea que ocupe una posición intermedia o final, la distancia es un requisito indispensable para las construcciones evidenciales. De acuerdo con Rastier, es posible organizar esa distancia cognoscitiva en tres zonas antrópicas : identitaria (coincidencia), proximal (adyacencia) y distal24. Si se atiende a la caracterización que el autor da de las zonas, queda claro que la evidencialidad (sea mediante presencia o inferencia) es atributo de las dos primeras. Es posible relacionar estas tres zonas con los modos de existencia en semiótica que van de la virtualidad a la realización, pasando por la actualización (la potencialización no entra aquí en juego). Algo adviene al campo de presencia y se prefigura gradualmente, desde la posibilidad, a la probabilidad y hasta la certeza : desde la ausencia hasta la presencia obvia25. |
24 F. Rastier, “Le langage a-t-il une origine ?”, Revue française de psychanalyse, 71, 5, 2007. 25 F. Rastier, art. cit., p. 1487. |
La relación entre la proximidad y la evidencia no es una característica exclusiva de los enunciados lingüísticos, sino que aparece también en otro tipo de semióticas, como son los comportamientos sociales. La distancia manifiesta así la modalización epistémica y tiende un puente hacia la dimensión pragmática. En los utópicos años 60 y 70 del siglo pasado, era frecuente escuchar llamados a la acción comprometida, al acto revolucionario destinado a cambiar radicalmente el presente. Esta ideología constataba las dificultades que presentaba el acceso a la actualidad presente : una actualidad distanciada por los medios de comunicación, pero también por las “falsas conciencias” y las enajenaciones. De ahí que el llamado al involucramiento fuera insistente y tomara la forma de una disminución de la distancia que separaba al sujeto con la “realidad social”. Dos vías se ofrecían al aprendiz de revolucionario : ya sea que la “realidad” se le impusiera contundentemente o que él se comprometiera activamente con el “movimiento”. Evidentemente ambas vías no eran excluyentes, pues una correspondía a la toma de conciencia y la otra al involucramiento pragmático. La toma de conciencia adoptaba así la forma de una conminación a la acción. Lo que debe ser retenido de este caso ilustrativo es que la distancia es objeto de una toma de posición del enunciador-observador con respecto a la escena y no responde a condiciones “objetivas” de acceso a la información. El acceso perceptual y cognoscitivo a una escena no es de carácter simplemente informativo, sino que provoca inmediatamente una respuesta emotiva, que, en grados extremos, se convierte en una conminación a la acción. De esta manera, la presencia del observador en su presente conduce a un presente cuya presencia se le impone y condiciona su existencia : la actualidad se torna en experiencia. Tanto los enunciados en presente como los evidenciales ponen en juego un mismo conjunto de categorías, con la salvedad de que la modalización epistémica es privativa de los segundos : ± accesibilidad sensorial, ± distancia, ± cognición, ± presencia, ± creencia. Estas categorías son graduales y, por ello, sitúan los efectos de sentido resultantes en un eje que va de la presencia en un escenario de acción a la narración de él. En este eje, el enunciador se ve interpelado por la situación presentada : es decir, teóricamente, está en posibilidad de involucrarse o de permanecer ajeno a ella. Sin embargo, cabe señalar que, así como el enunciador-observador es capaz de distanciarse de la escena y permanecer ajeno a ella, también puede efectuar un movimiento empático de aproximación, es decir, puede acercarse a la escena de manera primera o primariamente pasional. Esa aproximación es resultado de una convocación imperativa (en francés, injonction) de parte de la modalidad epistémica : en casos extremos, inmerso en la experiencia, impulsado por un sentimiento de urgencia, el enunciador se ve así llevado a intervenir activamente en la escena. Así, el acto de narrar o simplemente presenciar un presente de actualidad deja de ser “neutral” y pasa a ser un acto comprometido. |
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Bibliografía Aikhenvald, Alexandra Y., “The grammar of knowledge : a cross-linguistic view of evidentials and the expression of information source”, en id. y P. Dixon (eds.), The Grammar of Knowledge : A Cross-Linguistic Typology, Oxford, o.u.p., 2014. Brandt, Per Aage, “Forces and Spaces”, 2009, en línea : https://www.academia.edu/5719704/Forces_and_Spaces_Maupassant_Borges_Hemingway_Toward_a_Semio_Cognitive_Narratology. Flores, Roberto, Sucesos y relato, México, enah / del Lirio, 2015. — “El significado de las formas presente y del futuro en español”, Tópicos del Seminario, 4, 2000. Fontanille, Jacques, Les espaces subjectifs, París, Hachette, 1989. Guentcheva, Zlatka, “Énonciation médiative”, en Gerda Hassler, Manuel des modes et modalités, Berlín, De Gruyter, 2022. Landowski, Eric, Passions sans nom, París, p.u.f., 2004. — “Interactions (socio) sémiotiques”, Actes Sémiotiques, 120, 2017. — “Suivre l’actualité, pourquoi ? Sens et insignifiance d’une pratique”, Acta Semiotica, IV, 8, 2024. Marín Arrese, Juana Isabel, Gerda Hassler y Marta Carretero, Cognitive grammar, functional and discourse-pragmatic perspectives, Amsterdam, Benjamins, 2017. Matlock, Teenie, “Metaphor and the Grammaticalization of Evidentials”, Proceedings of the 15th annual meeting of the Berkeley Linguistic Society, 15, 1989 (https: //doi:10.3765/bls.v15i0.1751). McTaggart Ellis, John, “The Unreality of Time”, Mind, 17, 1908. Moreno de Alba, José G., Valores de las formas verbales en el español de México, México, unam, 1978. Rastier, François, “Le langage a-t-il une origine ?”, Revue française de psychanalyse, 71, 5, 2007. Talmy, Leonard, Toward a Cognitive Semantics, mit Press, 2000. Zilberberg, Claude, La structure tensive, Lieja, Presses Universitaires de Liège, 2012. |
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______________ 1 J. McTaggart Ellis, “The Unreality of Time”, Mind, 17, 1908. 2 Hay una tercera manera, que no será abordada aquí, de considerar semióticamente el tiempo, que corresponde al tiempo interno, es decir, a la duración o no de un suceso y que da lugar a las categorías aspectuales. Cf. R. Flores, Sucesos y relato, México, enah / del Lirio, 2015. 3 “Suivre l’actualité, pourquoi ? Sens et insignifiance d’une pratique”, Acta Semiotica, IV, 8, 2024. 4 C. Zilberberg, La structure tensive, Lieja, Presses Universitaires de Liège, 2012, p. 233. 5 Frente a otros tipos de suceso que o no son dinámicos (estados) o son durativos, aunque sin inicio ni fin (actividades), o son de una duración limitada (ejecuciones). R. Flores, Sucesos y relato, op. cit.. 6 L. Talmy, Toward a Cognitive Semantics, mit Press, 2000, y P. Aa. Brandt, “Forces and Spaces”, 2009 (https://www.academia.edu/5719704/Forces_and_Spaces_Maupassant_Borges_Hemingway_Toward_a_Semio_Cognitive_Narratology). 7 En su articulación básica la dinámica de fuerzas, categoría inicialmente propuesta por Talmy (op. cit.), distingue, primero, entre causación y resistencia al cambio y, segundo, la superación de la resistencia y el bloqueo de la causación. 8 E. Landowski, “Interactions (socio) sémiotiques”, Actes Sémiotiques, 120, 2017, 3a parte. 9 Id., Passions sans nom, París, p.u.f., 2004. 10 J. Fontanille, Les espaces subjectifs, París, Hachette,1989. 11 Op. cit., p. 20. 12 J. Fontanille, op cit., p. 19. 13 Habría que reflexionar si es posible una cuarta combinación que conjunta a la cognición y la acción, sin intervención de la creencia: es decir, si, en una semiótica de la experiencia, es posible un conocimiento no emotivo de lo que ocurre. 14 J. Moreno de Alba, Valores de las formas verbales en el español de México, México, unam, 1978, p. 18. R. Flores, “El significado de las formas presente y del futuro en español”, Tópicos del Seminario, 4, 2000, p. 21. 15 Cf. J. Fontanille, op. cit., pp. 7-8. 16 J.I. Marín Arrese, G. Hassler, M. Carretero, Evidentiality Revisited, Amsterdam, Benjamins, 2017, Introduction. 17 Z. Guentcheva, “Énonciation médiative”, en G. Hassler. Manuel des modes et modalités, Berlín, De Gruyter, 2022, p. 612. 18 Cf. C. Zilberberg, La structure tensive, Lieja, Presses Universitaires de Liège, 2012 (2.2.2. “De la corrélation à l’implication”). 19 En cambio, Zilberberg (ibid.) señala que el contraste se produce entre dos zonas de la categoría, mientras que, aquí, la duda se despliega en una zona y la certeza es de carácter puntual. 20 Z. Guentcheva, op. cit., p. 612. 21 A.Y. Aikhenvald, “The grammar of knowledge : a cross-linguistic view of evidentials and the expression of information source”, en Aikhenvald and Dixon (eds.), The Grammar of Knowledge : A Cross-Linguistic Typology, Oxford, o.u.p., 2014, p. 14. 22 T. Matlock, “Metaphor and the Grammaticalization of Evidentials”, Proceedings of the 15th Annual Meeting of the Berkeley Linguistic Society, 15, 1989, pp. 14 y ss. 23 R. Flores, Sucesos y relato, op. cit. 24 F. Rastier, “Le langage a-t-il une origine ?”, Revue française de psychanalyse, 71, 5, 2007. 25 F. Rastier, art. cit., p. 1487. Résumé : Temps présent et présence sont deux notions inextricablement liées : un sujet observateur est celui qui détermine l’instant dans lequel il se situe et repère ce qui apparaît devant lui. Ainsi conçue, la notion de présent semble facile à comprendre. Cependant, lorsqu’on examine la manière dont l’observateur se rend présent, différentes manières de concevoir ce temps émergent. Les langues naturelles offrent diverses ressources pour traiter du présent. Leur examen permet de comprendre les divers modes d’association entre présent et présence. En analysant ce lien, on aborde les significations cognitives, pathémiques et pragmatiques du présent, dérivées de la position de divers types d’observateurs par rapport à la situation spécifique dans laquelle ils se trouvent. Ainsi il devient possible d’aborder le passage du langage à l’action, de la sémiotique des langues à la sémiotique du monde naturel. Resumo : O tempo presente e a presença são duas noções indissoluvelmente ligadas : un sujeito observador é quem determina o momento em que ele se situa e situa o que aparece em frente dele. Concebida assim, a noção de presente se oferece como algo simples a entender. Entretanto, ao examinar os modos como o observador se faz presente, surgem diferentes maneiras possíveis de conceber este tempo. As línguas naturais oferecem distintos recursos para falar no e do presente ; seu exame permite entender os diversos modos de associação entre o presente e a presença. Ao analisar essa relação se abordam os sentidos cognitivos, patêmicos e pragmáticos do presente, derivados da posição de distintos tipos de observador no que refere às situação específicas nas quais se encontram. Torna-se assim possível abordar o trânsito da língua à ação no mundo, da semiótica das línguas à semiótica do mundo natural. Abstract : Present time and presence are two inextricably linked notions : an observing subject is the one who determines the moment in which he is situated and locates what appears in front of him. Conceived in this way, the notion of the present seems easy to understand. However, when examining the ways in which the observer makes himself present, it is possible to show how different meanings of present arise. Natural languages offer different resources to speak in and about the present (present tense and present time). They allow us to understand various kinds of association between the present and presence. By analysing this link, the cognitive, pathemic and pragmatic meanings of the present are addressed, derived from the position of different types of observers with respect to the specific situations in which they find themselves. It is thus possible to reflect on the transition from language to action in the world, from the semiotics of languages to the semiotics of the natural world. Resumen : El tiempo presente y la presencia son dos nociones indisolublemente ligadas: un sujeto observador es quien determina el momento en que él se sitúa y sitúa lo que frente a él aparece. Concebida así, la noción de presente se ofrece como algo sencillo de entender. Sin embargo, al examinar los modos en que el observador se hace presente, surgen diferentes maneras en que es posible concebir ese tiempo. Las lenguas naturales ofrecen distintos recursos para hablar en y del presente; su examen permite comprender los modos diversos de la asociación entre el presente y la presencia. Al analizar ese vínculo se abordan los sentidos cognoscitivos, patémicos y pragmáticos del presente, derivados de la posición de distintos tipos de observador con respecto a la situación específica en que se encuentran. Se torna así posible abordar el tránsito de la lengua a la acción en mundo, de la semiótica de las lenguas a la semiótica del mundo natural. Mots clefs : évidentialité, médiativité, observateur, présence, présent. Auteurs cités : Alexandra Y. Aikhenvald, Per Aage Brandt, Roberto Flores, Jacques Fontanille, Zlatka Guentcheva, Eric Landowski, Juana Isabel Marín Arrese, Gerda Hassler y Marta Carretero, Teenie Matlock, Ellis J. Mctaggart, François Rastier, Leonard Talmy, Claude Zilberberg. Plan : 1. Presencia y distancia en la lengua natural |
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Recebido em 14/11/2024. / Aceito em 10/12/2024. |