Dossier — Aspects sémiotiques du changement

Notas sobre el pueblo como agente del cambio político

Elder Cuevas-Calderón
Universidad de Lima

Sebastián Moreno
Universidad ORT Uruguay

Eduardo Yalán Dongo
Universidad de Lima

 

Publié en ligne le 23 décembre 2023
https://doi.org/10.23925/2763-700X.2023n6.64714
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Introducción

Ya sea por un gobierno, por la economía, o hasta un equipo de fútbol, ¿por qué emerge la palabra cambio como el estandarte de batalla en las demandas populares? ¿Acaso remite a una ruptura o a una irrupción? ¿Un cambio que conlleva a la acción o a la reacción? ¿Reformar para darle una vuelta de tuerca más a las formas existentes, manteniendo la materia que la compone y volviendo al mismo lugar? ¿Revolucionar para hacer que en las viejas palabras existan nuevos significados?

La cuestión del cambio es central en el discurso político. Si tomamos como ejemplo las últimas elecciones presidenciales argentinas, cuya ronda final entre los candidatos Javier Milei y Sergio Massa se celebró el domingo 19 de noviembre de 2023, podemos ver cómo el cambio ha sido un tema central en la campaña electoral. La propuesta libertaria de Milei, un economista que irrumpió en la escena política argentina como un outsider, estuvo fuertemente articulada en torno a una necesidad de cambiar el destino del país de manera radical y reformista, basándose en un discurso según el que Argentina está económicamente arruinada como resultado de las políticas izquierdistas llevadas adelante por “la casta” y que necesita ser transformada radicalmente. Massa, por su parte, ante una imposibilidad de evadir el discurso rupturista y de transformación radical de su rival por la centralidad que este cobró en la esfera pública argentina, prefirió tematizar discursivamente el tema del cambio de manera moderada, con frases como “El cambio es con trabajo y esperanza” o con promesas del tipo “Viene la Argentina que estábamos esperando”, como se pudo leer en afiches propagandísticos de su campaña a lo largo y ancho del país. El tema del cambio político estuvo en el centro de la discursividad electoral del país.

Si nos mantenemos en la misma región pero nos desplazamos atrás en el tiempo, en 1971 se formaba en Uruguay el Frente Amplio, una coalición de partidos de izquierda surgidos en los albores del siglo XX que cobró fuerza a la luz de los movimientos sociales asociados al mítico año 1968. En uno de los actos fundacionales de la coalición, el candidato presidencial Líber Seregni, una de sus figuras principales durante décadas, sostuvo lo siguiente :

que la única línea divisoria esté entre quienes quieren mantener un orden como el actual, un régimen caduco, opresor, antipopular, y aquellos que desean los cambios que el país exige ; que de un lado esté la oligarquía blanca y colorada, y del otro lado el pueblo, blanco, colorado, democristiano, comunista, socialista, independientes. Esa es la verdad y esa es la definición de la hora actual.1

1 L. Seregni, citado in G. Caetano, A. Marchesi y V. Markarian (eds.), Izquierdas. Partidos e movimientos políticos en Uruguay : historia y presente, Montevideo, 2021, p. 93.

En este pasaje, la idea de cambio está presente cuando el candidato opone los que “quieren mantener un orden como el actual” y “aquellos que desean los cambios que el país exige”.

Además, se aprecia la intervención de otro tipo de discurso : el que refiere al pueblo y lo popular. Al confrontar los discursos políticos latinoamericanos históricos y contemporaneos, es común encontrar alusiones al actor colectivo “pueblo”, normalmente precedido del artículo determinante “el”, ya sea en boca, o por mano, de actores políticos activos en marcos institucionales (autoridades gubernamentales, legisladores, líderes de partidos, sindicalistas, etc.), intelectuales o del público general, para dar sentido a la realidad en términos cotidianos2. A modo de ejemplo, la frase “El pueblo unido jamás será vencido” es moneda corriente en la política latinoamericana, sobre todo en el discurso de partidos políticos y agrupaciones vinculadas con el lado izquierdo del espectro político. De este modo, el pueblo gana una posición fundamental como actor con capacidad de agencia en la discursividad política, aunque sea a través de la resistencia.

2 LP. Bourdieu. “Los usos del pueblo”, Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 1987, p. 153.

Discursos como los señalados suelen modelar la política como un campo de acción en el que el pueblo toma la forma de un actor colectivo con capacidad agentiva, es decir, con la posibilidad de transformar estados de cosas o evitar su transformación, ergo, como motor del cambio político o como colectivo que resiste algún tipo de opresión, sea originada interna o externamente. Si, como veremos debajo, el concepto de pueblo presenta dificultades en términos semánticos, también lo presentan los roles agentivos —y actanciales— que se le atribuyen en el discurso político. Surge así la pregunta de este artículo : ¿qué roles agentivos asume el pueblo en la discursividad política en relación al cambio? A esta pregunta se suman otras, de interés también para los estudios políticos y discursivos más allá de la semiótica. ¿Qué implicaciones, connotaciones y valores tienen las demandas en nombre del pueblo en el discurso político, especialmente el que circula en el espacio latinoamericano? ¿Por qué y cómo aparece invocado en los discursos políticos o en las movilizaciones sociales cuando se refiere a la necesidad de cambiar el status quo? ¿Se conforma el pueblo puesto en discurso por conservadores y progresistas de la misma manera?

El objetivo del artículo es abordar a título exploratorio y desde una perspectiva semiótico-discursiva la narracion social sobre la agentividad del pueblo en relación al cambio político. La primera sección presenta algunas reflexiones generales sobre el cambio político concebido desde un punto de vista semiótico, en línea con la temática del dossier del que nuestro texto forma parte. En una segunda sección, estudiamos al pueblo como un efecto de sentido construido discursivamente como una identidad colectiva a la que se le atribuyen roles agentivos y de transformacion política. Finalmente, en la tercera sección, proponemos algunas ideas y ejemplos concretos respecto a los roles agentivos que el pueblo ocupa en los discursos sobre el cambio político.

1. El cambio político y sus agentes

El cambio aparece ante la experiencia humana como un contraste entre dos (o más) estados de cosas, esto es, de manera relacional (como todo lo que tiene que ver con el sentido, al menos desde una perspectiva estructuralista). Para hablar de cambio, es necesario poder comparar dos estados de cosas a partir de las modificaciones evidenciadas en algunos de sus trazos diferenciales. Así, a modo de ejemplo, si podemos hablar de un estado de cosas “pandémico” para referir a las prácticas sociales y los discursos evidenciados durante la pandemia por Covid-19, esto se debe a que podemos comparar las características de dicho estado con las de otro, pre-pandémico3. Por lo tanto, a partir de la presencia o ausencia de trazos distintivos (distanciamiento social, etc.), podemos identificar un cambio, lo que aparece siempre como una discontinuidad.

3 Cf. S. Moreno, The Semiotics of the Covid-19 Pandemic, Londres, Bloomsbury (en prensa).

En primer lugar, el cambio puede ser más o menos perceptible según la naturaleza tensiva de su funcionamiento. Un cambio puede ser gradual, cuando se da poco a poco, de manera tal que se vuelve invisible mientras ocurre, o puede ser explosivo. Según propone Jurij Lotman,

Nuestros órganos de los sentidos reaccionan frente a pequeños estímulos, que en el nivel de la conciencia son percibidos como un movimiento continuo. En este sentido la continuidad es una previsibilidad implícita. Su contrario es la imprevisibilidad, el cambio realizado en las modalidades de la explosión.4

4 J. Lotman, Cultura y explosión, Barcelona, Gedisa, 2013, p. 19.

De lo que se trata es de dar cuenta de cómo se configura y manifiesta la relación entre lo estático y lo dinámico. En el marco de los procesos de cambio político, los momentos explosivos son aquellos en los que se producen cambios de regímenes o sistemas de gobierno, como por ejemplo, durante las revoluciones populares, o a partir de algún acontecimiento que produce efectos de sentido vinculados con el “contagio” (en el sentido semiótico5), como ocurrió con la crisis socioeconómica en Argentina en el año 2001. Los episodios de cambio explosivo en el campo político suelen ser evidenciables gracias a su velocidad, esto es, a cómo se manifiestan en términos dinámico-temporales según la perspectiva de un observador6. Por eso, es frecuente que se hable de “revolución” para dar cuenta de ellos, un término que supone un cambio veloz y súbito.

5 Cf. E. Landowski, “El contagio del sentido”, Pasiones sin nombre, Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2015.


6 P. Demuru, “Between accidents and explosions : Indeterminacy and aesthesia in the becoming of history”, Bakhtiniana, 15, 2019, p. 97.

Los episodios de cambio gradual, por su parte, resultan menos visibles y pueden percibirse gracias a la intensificación de algunos trazos diferenciales de un estado de cosas. A modo de ejemplo, podemos pensar en ciertas características autoritarias que se van intensificando en una esfera pública dada, lo que lleva a que los observadores hablen de un proceso de “erosión” democrática7, o el crecimiento de organismos multilaterales como la Unión Europea o la OTAN a partir de la incorporación de nuevos miembros, en un proceso gradual, lento y que, por lo general, se percibe como una continuidad. En el caso del pasaje de la democracia al autoritarismo, solo tiene sentido utilizar la metáfora de la erosión o del desgaste si se aborda tal proceso como uno gradual, y no como uno explosivo.

7 S. Moreno, “La democracia y sus otros. Una contribución desde la semiótica al debate sobre la erosión democrática”, Revista de Estudios Sociales, 74, 2020.

En segundo lugar, al estudiar el cambio político, la semiótica estructuralista tendrá especial interés en aprehenderlo en términos narrativos, a partir de la premisa de que el sentido se orienta y desarrolla siguiendo esta lógica8. El principio de narratividad es clave para estudiar la discursividad política, incluyendo los momentos de cambio en tanto que expresión de la sintaxis de los procesos históricos, tal como propone Paolo Demuru9. El pasaje de un estado de cosas a otro, sea en términos graduales o explosivos, puede ser descrito atendiendo al esquema narrativo. Como se sugiere debajo, el enfoque narrativo puede resultar útil para mapear los roles agentivos que se le otorgan al pueblo en el marco del discurso político, sobre todo en lo que atañe al cambio político. No obstante, el esquema narrativo, si bien puede llevar el cambio a un nivel de las alternancias polémicas y contractuales de lo existente, no da cuenta de las coexistencias de lo posible10. En este sentido, el cambio posee un fuerte componente intensivo propio del advenir (ocurrir), el sobrevenir y el devenir, que son factores imprescindibles en el análisis político11.

8 Cf. A.J. Greimas y P. Ricœur, “On Narrativity”, New Literary History, 20, 3, 1989.


9 P. Demuru, art. cit., p. 84.


10 Remetimos al artículo de F. Sedda, “Turbulências : as lógicas de uma forma imprevista de mudança”, en el presente dossier.


11 Cf. C. Zilberberg, Ensayos sobre semiótica tensiva, Lima, Universidad de Lima, 2003.

Finalmente, quizá el aspecto más interesante sea la construcción de actores, tanto individuales como colectivos, como agentes involucrados en la implementación del cambio o en su resistencia. Como lo recuerda Eliseo Verón, el campo discursivo de lo político “implica enfrentamiento, relación con un enemigo, lucha entre enunciadores”12. Es un campo que tiene una dimensión polémica inherente. Por eso, al estudiar la discursividad política, resulta fundamental prestar atención a “las operaciones discursivas a través de las cuales se construye, en el discurso, la ‘imagen’ del que habla” así como también del adversario : “todo acto de enunciación política supone necesariamente que existen otros actos de enunciación, reales o posibles, opuestos al propio”13. Así, al enunciar al actor colectivo “pueblo”, está implícito que existen otros actores políticos que no son “pueblo” y que se definen por oposición a él14.

12 E. Verón, “La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política”, en E. Verón et al., El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Buenos Aires, Hachette, 1987, p. 16.


13 Ibid.


14 S. Moreno, The Social Semiotics of Populism, Londres, Bloomsbury, 2023.

El discurso político, por ser discurso, propone modelizaciones de la realidad social, normalmente con una pretensión de referencialidad. Esto sucede en términos tanto de los actores como de los procesos. Son bien conocidas personalidades como José de San Martín, Simón Bolívar, Lenin y tantos otros como figuras fundamentales en la promoción del cambio político. Con el paso del tiempo, sus hazañas quedaron tematizadas en el discurso histórico como narrativas fundacionales de regímenes políticos. Aunque la construcción discursiva no se corresponda con la realidad y, en cambio, tienda a mitificar estas figuras15, es innegable que el discurso tiene un anclaje en la realidad extra-discursiva. ¡No habría un sujeto discursivo Simón Bolívar si no hubiese existido el individuo Simón Bolívar! Así, no es Simón Bolívar-individuo quien experimenta el proceso de mitificación a través del tiempo, sino Simón Bolívar-sujeto discursivo, que va ganando connotaciones y nuevos sentidos a medida que circula a través del tiempo. En cuanto a los procesos, ocurre algo similar, solo que, por su naturaleza, al proceso se le da sentido de manera intersubjetiva, esto es, en una negociación de sentido, ya que si bien es posible vincular hitos históricos en una cadena narrativa que le dan sentido, el proceso de mitificación depende más de la mediación del discurso que en el caso de actores con existencia real, a los que luego se mitifica discursivamente.

15 Cf. E. Narvaja de Arnoux, El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez, Buenos Aires, Biblos, 2008.

El discurso político tiende a funcionar según una lógica en la que, además de actores individuales, presenta los episodios de cambio como en manos de actores colectivos —los oprimidos, los conservadores, los progresistas, los criollos, los trabajadores— y, en términos más difusos, el pueblo. En casos como estos, por más que el discurso tenga una pretensión de referencialidad (se puede asumir que quien habla de “los oprimidos” cree que existe tal grupo en la esfera social), lo que se está realizando es una modelización del campo social a partir de la construcción de identidades colectivas en el discurso. Con dicha modelización se está construyendo la realidad social como un espacio intersubjetivo basado en la producción y la negociación de sentido.

En lo que sigue estudiaremos la identidad colectiva del pueblo y el rol que se le atribuye como agente del cambio en la discursividad política.

2. El pueblo como efecto de sentido

En el marco de lo propuesto en la sección anterior, resulta evidente que el actor colectivo “pueblo” suele figurar como un actor clave en la discursividad respecto al cambio político, particularmente desde las relaciones que quien enuncia establece con él. Esto es así debido al amplio, ambiguo y problemático campo semántico del término, que permite que este actor asuma diferentes roles actanciales, como el de Sujeto, el de Destinador y Destinatario, según sea el caso. Si bien esta categoría es problemática desde su dimensión semántica, no deja de tener una performatividad (dimensión pragmática) en la construcción discursiva y, con ella, la modelización de lo social.

El sustantivo pueblo presenta una serie de problemas que complejizan el trabajo de clarificación conceptual. En primer lugar, hay problemas vinculados a su traducibilidad. En lenguas romances, la traducibilidad de los sustantivos pueblo, peuple, popolo y povo no resulta demasiado problemática, ya que el sustantivo se origina en el término latino populus, de donde también deriva el adjetivo “popular”. Sin embargo, en lenguas germánicas, ya aparecen problemas que complejizan la digresión teórica. El equivalente de pueblo en inglés es people. En un trabajo en el que mapea los significados del sustantivo people, Margaret Canovan propone que una de las acepciones del término es “una colección de individuos”, una acepción que funciona en inglés (el plural de person es people), también en alemán (die Leute equivale a la gente), pero no en español16. O quizá sí, si se asume que el plural “la gente” es equivalente en términos semánticos al “pueblo”, una relación de sinonimia que no es evidente. En alemán, el sustantivo equivalente a “pueblo” es das Volk, que tiene una raíz vinculada con lo folclórico y, así, con una visión romántica y hasta con toques étnicos de lo popular.

16 Cf. E. Narvaja de Arnoux, El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez, Buenos Aires, Biblos, 2008.

Las dificultades vinculadas a la traducción constituyen simplemente un racimo de problemas vinculados a esta noción. De hecho, no sería descabellado proponer que es precisamente por su indeterminación semántica que el concepto se ha vuelto tan relevante en las modelizaciones de lo social que los actores políticos hacen, como estrategia discursiva más bien apoyada en su efecto pragmático que en su claridad semántica, esto es, en cómo esta unidad sirve para construir relaciones sociales a partir de un posicionamiento respecto al pueblo.

 

Canovan identifica al menos tres significados de people17. En primer lugar, hay un sentido conservador, que identifica al pueblo con la nación y que, por eso, presupone una continuidad histórica desde el pasado y hacia el futuro de dicho conjunto de seres humanos. En esta acepción, la composición del pueblo no es aleatoria, sino articulada, orgánica y corporativa. En segundo lugar, hay un uso de tinte más bien progresista (típicamente socialista, según la autora) en el que la palabra es usada para referir a los sectores marginados de la sociedad, los “underdogs”. En este uso, “pueblo” ya no se refiere a la totalidad de la nación, sino a un sector definido a partir de ciertos rasgos diferenciales, normalmente en relación a la condición de sector trabajador oprimido según un eje semántico en el que se opone un “arriba” privilegiado a un “abajo” sin privilegios. En tercer lugar, la autora identifica el sentido plural comentado anteriormente, como conjunto de individuos que, en español, podríamos traducir como gente. La conclusión es que people puede referir a “la comunidad política en su totalidad o a una subcomunidad de las clases bajas que la componen ; además, no tiene por qué referir a ninguna comunidad, sino que puede referir al agregado de seres humanos individuales”18.

17 Art. cit., p. 315.


18 Art. cit., p. 317.

También Gérard Bras propone una tipología del concepto de pueblo, del que identifica cuatro “vías”19. En primer lugar, habría un sentido político o jurídico, correspondiente al término latín populus, que refiere “al conjunto de los ciudadanos, aquellos que tienen voz y voto en la deliberación pública”20. Dado que este colectivo está legitimado por la ley, se trata de un concepto jurídico, vinculado con la idea de nación y, con ella, del demos, ya que designa la fuente de legitimación de la autoridad política. En este sentido, esta primera acepción se correspondería con la primera de las propuestas por Canovan. También la segunda acepción de la autora tiene un equivalente en la propuesta de Bras. Según el autor, hay un significado social de “pueblo”, correspondiente al latín plebs y que designa a la parte “inferior” de la sociedad, por lo que se trataría ya no de la totalidad del pueblo en sentido jurídico, sino de una fracción de este grupo. Según Bras, esta fracción podría amenazar al orden político hegemónico21, una propuesta que va en línea con propuestas realizadas desde teorías políticas de izquierda ancladas en el populismo22. Un tercer significado de pueblo es el etnológico, que se corresponde con el sustantivo alemán Volk y que sirve para que una comunidad pueda afirmar una identidad colectiva a partir de la idea de un origen común, por más que este sea mítico, o de tradiciones compartidas. Finalmente, Bras propone un cuarto sentido, correspondiente a los grandes números de personas y al concepto griego de plethos, un concepto relacionado con la multitud que el español hereda en el sustantivo plétora, y que se define en términos cuantitativos, como masa de gente (crowd, en inglés). Tal como propone Bras “si hay un sentido ‘verdadero’ [de la palabra’ pueblo’], este está en el sistema de la pluralidad de significados y en el juego de diferencias, de las oposiciones que estructuran las relaciones entre estos términos”23.

19 G. Bras, Les voies du peuple. Éléments d’une histoire conceptuelle, París, Editions Amsterdam, 2018.


20 Op. cit., p. 18.


21 Op. cit., p. 19.


22 Cf. C. Mouffe, For a Left Populism, Londres, Verso, 2018.


23 Op. cit., p. 21.

Existen una serie de superposiciones del concepto con otros similares, como por ejemplo, sustantivos plurales que refieren a una identidad nacional. ¿En qué sentido son nombres colectivos segmentados atendiendo a la identidad nacional como “los peruanos”, “los uruguayos” y “los españoles” sinónimos de “el pueblo peruano”, “el pueblo uruguayo” y “el pueblo español”? ¿Es la frase “El pueblo unido, jamás será vencido” interpretable en términos que no sean el social de Bras o el progresista de Canovan, es decir, como fragmento del demos? ¿O hay en esta frase un recorte semántico implícito que localiza al pueblo en el marco de la esfera nacional como un grupo de resistencia? ¿Qual sería la acepción que atribuye a este sujeto um mayor potencial de cambio?

Para intentar dar respuesta, resulta fundamental estudiar cómo la idea de pueblo se figurativiza en textos concretos. Bras propone que “‘pueblo’ no es un concepto sociológico que reenviaría a una realidad empírica dada o construida : no diríamos nada contra su uso si nos contentáramos con establecer que no existe ningún grupo social que le corresponda. Se trata ante todo de un nombre de la política, sobre todo de la política moderna”24. Por eso, el autor sostiene que “en cierto modo, hace falta decir que el pueblo no existe, que se trata de una ficción”, de una “ficción performativa”25.

24 Ibid.


25 Ibid.

Si el sustantivo “pueblo” no tiene un correlato referencial, su realidad se construye en textos que pueden ser estudiados para dar cuenta de quién es el pueblo en el marco de la discursividad de un actor político dado. Así, el pueblo no sería más que un efecto de sentido, esto es, el resultado de una discursividad que genera efectos de verdad, realidad e, por supuesto, cambio.

3. El pueblo como agente del cambio político

Una vez planteadas las dificultades semánticas asociadas a la noción de pueblo, podemos proceder a estudiar cómo se lo ha utilizado para dar forma a narrativas políticas en términos de los roles actanciales que se le atribuyen en el discurso político como agente de cambio.

Una primera dicotomía analítica puede construirse en torno a un eje semántico que oscila entre la actividad y la pasividad. Como propone Bras, la discusión sobre el significado del pueblo es “objeto de un conflicto político en el que lo que está en juego es un modo de configuración de la multitud, es decir, un modo de su pasividad o de su actividad relativa”26. De este modo, existen discursos en los que al pueblo se le otorga un rol de resistencia, como aquellos en los que se propone que el pueblo unido, jamás será vencido. En este tipo de discursos, el pueblo estaría ocupando un rol actancial de Anti-Sujeto, esto es, de fuerza opositora y obstáculo para que el Sujeto en cuestión —las élites, los grupos de poder, empresas multinacionales, defensores de la globalización neoliberal, etc.— no puedan lograr el estado de conjunción con su Objeto de Valor. Así, el pueblo sería quien mantendría el status quo y evitaría el cambio en situaciones en las que el poder intenta realizar transformaciones que no son beneficiosas para este sujeto colectivo, como por ejemplo medidas de austeridad y recorte del gasto, como hicieron Podemos en España y SYRIZA en Grecia.

26 Op. cit., p. 24.

La referencia a estos dos partidos políticos europeos no es aleatoria. Este primer tipo de agentividad otorgada al pueblo —la capacidad de resistir— es típico del discurso populista de izquierda27. En términos teóricos, Chantal Mouffe propone la necesidad de construir un pueblo a partir del establecimiento de una cadena de equivalencias entre identidades subalternas. Según la autora, este “momento populista” se caracteriza por “la emergencia de múltiples resistencias contra un sistema político-económico que se percibe cada vez más como controlado por élites privilegiadas que hacen oídos sordos a las demandas de los demás grupos de la sociedad”28. Los políticos populistas de izquierda han evidenciado el uso de una estrategia de construcción de pueblo, claramente con el fin de convertir a este actor colectivo en el motor de cambio, pero antes de eso, como una masa organizada que puede resistir a la hegemonía impuesta por los poderosos.

27 Cf. Ó. García Agustín, Left Wing Populism. The Politics of the People, Bingley, Emerald Publishing, 2020.


28 For a Left Populism, op. cit., p. 20 (trad. propia).

Este tipo de discurso es el que puso en práctica el candidato demócrata Bernie Sanders en Estados Unidos, como se puede apreciar en un spot electoral de 2016, donde se propone lo siguiente :

Nuestro trabajo no es dividir. Nuestro trabajo es unir a la gente. Si no permitimos que nos dividan por raza, por orientación sexual, por género; si no permitimos que nos dividan por haber nacido o no en América o por ser inmigrantes. Nos mantenemos unidos. Blancos, negros, hispanos, gays, heterosexuales, mujeres y hombres. Cuando nos unamos y exijamos que este país funcione para todos nosotros y no para unos pocos, transformaremos América. Y de eso va esta campaña : de unir a la gente.29

29 https://www.youtube.com/watch?v=C0wsUlzMBro.

Se puede apreciar cómo la idea de construir un pueblo se articula en torno a la idea de resistencia, ya que no se puede “permitir que nos dividan” y la estrategia consiste en “mantenerse unidos”, como un cuerpo militar que lucha espalda con espalda y “se mantiene unido” para protegerse de las agresiones. La estrategia discursiva de Sanders en este spot, que se podría argumentar que tiene un componente populista de izquierda ya que intenta construir un pueblo heterogéneo, consiste en proponer la necesidad de resistencia para, en un futuro, “transformar América”.

La idea de un pueblo que resiste también fue dominante en América Latina, por lo menos hasta el advenimiento de gobiernos de izquierda en lo que se conoce como “ola rosa”. Es por eso que la frase “el pueblo unido jamás será vencido” está tan fuertemente asociada con la izquierda en dicho continente : ante situaciones de escasa o nula representatividad en el gobierno, desde donde se puede tomar un rol activo en implementar cambios sociopolíticos y económicos, la discursividad política da al pueblo un rol de gigante que resiste, como si fuera una represa que frena a todo pulmón y de manera organizada las poderosas aguas de quienes detentan el poder.

No obstante, además de un rol de resistencia en la forma de un Anti-Sujeto que mantiene el status quo, el pueblo también puede ocupar el rol de Sujeto, con un programa narrativo propio, al que se le opondría un Anti-Sujeto que intenta impedir que logre el estado de conjunción con el Objeto de Valor. Al utilizar este esquema actancial, la agentividad del pueblo aumenta, al menos en términos discursivos, ya que el aparato narrativo se orientaría a dotar al Sujeto de competencias para lograr dicho estado. Este tipo de discurso se encuentra ya en Marx y su idea de una revolución del proletariado, orientada a cambiar la estructura productiva de la sociedad moderna. Así, la actual lucha contra la opresión laboral por parte de sindicatos —no solamente en términos discursivos, sino también en acciones organizadas que buscan desestabilizar el status quo, como paros— o la búsqueda de conquistar más derechos para grupos subalternos iría en esta dirección : la de proporcionar al Sujeto narrativo con un saber y un poder hacer que le permitan la emancipación socioeconómica y, así, alcanzar un estado más pleno.

Veamos a modo de ejemplo el texto de un spot electoral del partido político español Podemos, normalmente señalado como un ejemplo de populismo de izquierda :

Dicen que no se puede plantar cara a Merkel. Dicen que nos apretemos más el cinturón. Dicen que es normal vivir siempre con miedo. Dicen que nos toca hacer las maletas. Dicen que no se puede hacer otra cosa más que elegir entre ellos y ello. Dicen que la corrupción es un problema de casos aislados. Dicen que hay que resignarse a que nos vendan el país y el futuro a trozos. Nos llevan a la miseria. Han roto todos los compromisos. ¿Es que acaso no se puede desear un país mejor para tus hijos? Yo digo que somos muchos más y que podemos ganar. Podemos poner primero las necesidades de la gente : eso es la democracia. Podemos sentar a la casta y sus amigos en el banquillo. Claro que podemos. ¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión? ¡Sí, se puede! Claro que podemos.30

30 https://www.youtube.com/watch?v=unFxEn2gcTs.

Este texto se articula en torno a la idea de una agentividad activa, esto es, un poder de transformar cosas, una idea que queda condensada en el uso del verbo modal “poder”, conjugado en primera persona del plural, para dar nombre al partido. Como señala Verón, esta estrategia discursiva evidencia la presencia de un Nosotros inclusivo, esto es, una comunidad imaginada a la que pertenecen quien enuncia y el destinatario, que en este caso es un “prodestinatario”, según la terminología de Verón31. En cualquier caso, es evidente que los límites de ese Nosotros son difusos, ya que no es claro quién queda incluido y quién por fuera en ese recorte del espacio social, que implica la existencia de un Otro, definido en términos lógicos como no-Nosotros. En el discurso de Podemos, el pueblo ya no tiene que resistir, sino que tiene que volverse activo, tomar cartas en el asunto, imponerse a quienes siempre lo han pisoteado y ser el motor del cambio político.

31 E. Verón, art.cit., p. 17.

Algo similar ocurre en afirmaciones como la realizada en agosto de 2023 por Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, quien propuso que el pueblo es el motor del cambio :

El motor del cambio es el pueblo. (…) Aquí lo importante en México es que son millones de mexicanos los que han tomado conciencia, entonces no depende de un hombre ni de un grupo ni de una vanguardia, estamos hablando de millones de ciudadanos, de personas ; es un fenómeno.32

32 https://lopezobrador.org.mx/2023/08/17/el-pueblo-es-el-motor-del-cambio-afirma-presidente-principios-de-la-4t-fortalecen-economia-del-pais/.

En discursos como este, la idea de tomar conciencia es fundamental como competencia que permitirá la puesta en acción de una performance transformadora.

Resistencia y acción son solo dos categorías que pueden ser utilizadas para mapear los roles agentivos que se le otorgan al pueblo en el discurso político. Sin embargo, hay otras posibilidades de mapeo, más complejas, en las que se entrecruzan distintos ejes semánticos, como puede ser la naturaleza de la resistencia o la acción, que puede ser agónica (respetando al oponente como uno legítimo) o antagónica (considerando al oponente como un enemigo a aniquilar)33. Además, el eje de la violencia también puede intervenir en la discursividad, como fue el caso en movimientos de participación popular latinoamericanos de los años 1960, según los cuales la forma de resistir la opresión e implantar nuevos principios más igualitarios era a través del uso de armas. Todos estos cruces son relevantes a la hora de estudiar cómo el pueblo ha sido tematizado como agente del cambio en la discursividad política latinoamericana.

El siguiente cuadrado semiótico resume la propuesta que asocia pueblo y cambio.

33 C. Mouffe, En torno a lo político, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.

Los discursos que hacen del pueblo un agente del cambio político se ubican en el valor de la acción. Esto se debe a que, en estos discursos, el pueblo posee un programa narrativo de competencias asumidas que debe organizar para alcanzar determinados objetivos y aspiraciones. En otras palabras, el pueblo se enfrentaría a la tarea de transformar el estado de cosas de los social. Este enfoque refleja la perspectiva leninista de la construcción del pueblo, que parte de la premisa de que el crecimiento de la autonomía está vinculado a la adquisición de capacidades ; es decir, no hay subjetividad de la acción sin disciplina ni entrenamiento ideológico.

En contraste, se identifica a la resistencia como la oposición. Esta, como se definió más arriba, presenta al pueblo como un Anti-Sujeto que carece de un programa narrativo definido. Por eso, encuentra su producción de sentido al oponerse a los cambios y resistir con ello a una estructura u organización institucional que tiende a ejercer una opresión, actuando como un poder coercitivo. A partir de este argumento, se plantea que el sujeto no es una categoría social dada o programada, sino que su potencial de cambio radica en la capacidad de su propia negatividad, es decir, en la capacidad de decir “no” a cualquier cosa que se proponga desde el poder dominante.

Además, se considera útil agregar dos categorías que complementan la oposición entre resistencia y acción : la sedición (no-resistencia) y la contención (no-acción). Por un lado, la no-acción se describe como la contención interna que impide que algo escape del molde, esto es, una estrategia destinada a evitar el quiebre a toda costa. Un ejemplo de esto es el esquirolaje, que constituye prácticas destinadas a eludir la programación mediante la justificación de la regulación social y del status quo. A diferencia de la resistencia, la contención se encuentra positivamente valorada, ya que refuerza los valores sociales hegemónicos.

Por otro lado, la sedición se define en la categoría lógica de no-resistencia y se caracteriza como el levantamiento colectivo de carácter violento contra una autoridad, sin llegar a ser una rebelión o revolución. Aunque no necesariamente busca un cambio radical en la configuración del gobierno, la sedición implica acciones con el propósito de fomentar disturbios, difusión de propaganda antigubernamental, desobediencia o rebelión contra la autoridad establecida. En este sentido, su proceder niega la resistencia, mantiene el rol temático y busca como objetivo debilitar la autoridad del gobierno sin tener como objetivo principal derrocarla por completo.

En este sentido, el pueblo puede ser agente de cambio de distintas maneras, las que se deberían explorar de manera sistemática y con trabajo empírico como respaldo. En términos narrativos, se puede atribuir al pueblo en cuanto demos una agentividad transformadora al acudir a las urnas y votar por un cambio, como cuando el Frente Amplio ganó en 2004 las elecciones uruguayas por primera vez. Pero también se puede atribuir al pueblo en cuanto sectores populares una capacidad de agencia a partir de la resistencia, por ejemplo con paros o medidas sindicales orientadas a desafiar la autoridad.

Conclusiones

El objetivo de este artículo fue examinar las diversas modalidades mediante las que se hace referencia al pueblo en el discurso político como un agente de cambio, esto es, como un agente dinámico capaz de catalizar transformaciones significativas en el entramado social y político. Por eso, hemos intentado dar cuenta de los roles agentivos que se le otorgan al pueblo en los discursos de distintos actores políticos, como trabajo exploratorio y preliminar para abordar la relación entre cambio político y los roles de agencia que distintos actores políticos confieren al pueblo en su discursividad.

En particular, hemos dirigido nuestra atención hacia la dualidad inherente al papel que el pueblo puede asumir. Por un lado, estudiamos la manera en que el pueblo puede configurarse como un agente de resistencia frente a formas de opresión sistémica, desentrañando las formas en que su presencia y movilización pueden contrarrestar fuerzas que buscan mantener el statu quo. Por otro lado, estudiamos también cómo el pueblo no solo es un mero espectador pasivo, sino un actor proactivo en la instauración de cambios significativos. Este análisis se adentra en la dinámica discursiva según la cual el pueblo, en su colectividad, puede convertirse en un impulsor activo de transformaciones políticas, participando de manera consciente y estratégica en la configuración de un nuevo panorama social.

Nuestro trabajo no solo busca identificar patrones superficiales de representación del pueblo, sino que aspira a desentrañar las complejidades inherentes a las narrativas políticas que otorgan al pueblo un papel destacado en la dinámica del cambio. Al reconocer la multiplicidad de facetas que componen el rol del pueblo en el discurso político, pretendemos sentar las bases para una comprensión más profunda y matizada de la relación entre la participación popular y la evolución de los sistemas políticos. Este análisis no solo se limita a la polaridad de resistencia y activismo, sino que también contempla las intersecciones y contradicciones que pueden surgir en la articulación de la voluntad popular como fuerza impulsora del cambio político. En última instancia, nuestro objetivo es proporcionar una plataforma conceptual para futuras investigaciones que exploren de manera más detallada y específica el complejo entramado entre el discurso político, la participación popular y las transformaciones políticas.

 

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1 L. Seregni, citado in G. Caetano, A. Marchesi y V. Markarian (eds.), Izquierdas. Partidos e movimientos políticos en Uruguay : historia y presente, Montevideo, 2021, p. 93.

2 P. Bourdieu. “Los usos del pueblo”, Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 1987, p. 153.

3 Cf. S. Moreno, The Semiotics of the Covid-19 Pandemic, Londres, Bloomsbury (en prensa).

4 J. Lotman, Cultura y explosión, Barcelona, Gedisa, 2013, p. 19.

5 Cf. E. Landowski, “El contagio del sentido”, Pasiones sin nombre, Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2015.

6 P. Demuru, “Between accidents and explosions : Indeterminacy and aesthesia in the becoming of history”, Bakhtiniana, 15, 2019, p. 97.

7 S. Moreno, “La democracia y sus otros. Una contribución desde la semiótica al debate sobre la erosión democrática”, Revista de Estudios Sociales, 74, 2020.

8 Cf. A.J. Greimas y P. Ricœur, “On Narrativity”, New Literary History, 20, 3, 1989.

9 P. Demuru, art. cit., p. 84.

10 Remetimos al artículo de F. Sedda, “Turbulências : as lógicas de uma forma imprevista de mudança”, en el presente dossier.

11 Cf. C. Zilberberg, Ensayos sobre semiótica tensiva, Lima, Universidad de Lima, 2003.

12 E. Verón, “La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política”, en E. Verón et al., El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Buenos Aires, Hachette, 1987, p. 16.

13 Ibid.

14 S. Moreno, The Social Semiotics of Populism, Londres, Bloomsbury, 2023.

15 Cf. E. Narvaja de Arnoux, El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez, Buenos Aires, Biblos, 2008.

16 M. Canovan, “People, Politicians and Populism”, Government and Opposition, 19, 3, 1984.

17 Art. cit., p. 315.

18 Art. cit., p. 317.

19 G. Bras, Les voies du peuple. Éléments d’une histoire conceptuelle, París, Editions Amsterdam, 2018.

20 Op. cit., p. 18.

21 Op. cit., p. 19.

22 Cf. C. Mouffe, For a Left Populism, Londres, Verso, 2018.

23 Op. cit., p. 21.

24 Ibid.

25 Ibid.

26 Op. cit., p. 24.

27 Cf. Ó. García Agustín, Left Wing Populism. The Politics of the People, Bingley, Emerald Publishing, 2020.

28 For a Left Populism, op. cit., p. 20 (trad. propia).

29 https://www.youtube.com/watch?v=C0wsUlzMBro.

30 https://www.youtube.com/watch?v=unFxEn2gcTs.

31 E. Verón, art.cit., p. 17.

32 https://lopezobrador.org.mx/2023/08/17/el-pueblo-es-el-motor-del-cambio-afirma-presidente-principios-de-la-4t-fortalecen-economia-del-pais/.

33 C. Mouffe, En torno a lo político, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.

 

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Résumé : Le “peuple” apparaît souvent dans les discours politiques comme un acteur effectivement agissant, capable d’intervenir dans le développement de la vie politique et d’y produire des changements. L’article examine les divers types de rôle qui lui sont ainsi attribués en tant qu’agent du changement dans des discours eux-mêmes liés à des changements politiques, spécialement en Amérique latune. L’analyse est conduite à partir de la distinction entre les pôles de l’action (le peuple agit) et de la réaction (le peuple résiste).


Resumo : O povo frequentemente aparece na discursividade política como um ator com capacidade de agência, isto é, de intervir no desenvolvimento da coisa política a partir da geração de mudanças. Este artigo apresenta algumas reflexões sobre o papel desse ator coletivo em discursos ligados à mudança política, especialmente na América Latina. O objetivo do trabalho é propor uma primeira abordagem, teórica e exploratória, das formas de tematizar o povo no discurso político em relação à mudança. Por meio de uma proposta articulada em torno dos polos da ação e da resistência, pretende-se contribuir para a elucidação teórica sobre a função que o ator coletivo povo desempenha na discursividade ligada aos processos de mudança política.


Abstract : The “people” frequently appears in political discourses as an agency capable of interferring in the development of political affairs and introducing changes. The article compares the different types of roles which are attributed to this collective subject as regards political change in discourses which themselves are dealing with political change, especially in Latin America. The analysis is organised by means of the opposition between “action” and “reaction” (the people resists).


Resumen : El pueblo aparece con frecuencia en la discursividad política como un actor con capacidad de agencia, esto es, de intervenir en el desarrollo de la cosa política a partir de la generación de cambio. Este artículo presenta algunas reflexiones sobre el rol de este actor colectivo en discursos vinculados con el cambio político, especialmente en América Latina. El objetivo del trabajo es proponer una primera aproximación, teórica y exploratoria, a las formas de tematizar al pueblo en el discurso político en relación al cambio. Mediante una propuesta articulada en torno a los polos de la acción y la resistencia, se pretende contribuir a la elucidación teórica sobre la función que el actor colectivo pueblo juega en la discursividad vinculada a los procesos de cambio político.


Mots clefs : agentivité, changement politique, discours politique, narrativité, peuple.


Auteurs cités : Gérard Bras, Margaret Canovan, Paolo Demuru, Chantal Mouffe, Eliseo Verón.


Plan :

Introducción

1. El cambio político y sus agentes

2. El pueblo como efecto de sentido

3. El pueblo como agente del cambio político

Conclusiones

 

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Recebido em 01/07/2023. / Aceito em 30/10/2023.